23 diciembre 2010

De lío en lió.

Paseo por una especie de centro acuático, con los calzoncillos bajados, las mujeres miran con asombro, ¡les gusto!, algunas me tocan, con otras me lío.

Ese parque acuático lo frecuentan pobres de una raza que existe sólo en mi sueño, apadrino uno a través de una abeja rara que me deja tenerlo a cambio de que yo transporte un objeto suyo, un líquido o una miel, algo que no me intriga demasiado saber, la verdad.

Más tarde, prometí al niño ir a verle a un evento, era la cosa más importante de su vida, pero me lo pierdo porque se me va el tiempo en casa montando construcciones de LEGO junto a los curris de los Fraguel Rock.

Al ir a buscarle (tarde) me meto en una casa antigua, ahí como que olvido todo lo anterior, ya que todo ha cambiado pero no le doy importancia.

Al salir de esa casa me atraca un perro al que sujeto por los pelos. Viene su dueña, me lío con ella y luego me voy calle abajo hasta encontrar un bar gay en el que entro. En él se me engancha algo en unas barras que hay en el techo. A la salida del bar, conozco a una chica gótica con la que me también me lío.

Al rato esa gótica se transforma en Canna, su cuerpo y todo, ahora es ella, pero me deja y se va con las amigas, yo me voy triste y dejo el movil en una mesa que hay en medio de la calle, y un listo lo agarra y lo lanza por los aires gritando: -Ja, ja, ja!-.

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